Anselm Tormeeda, Cura y Erudito Cristiano, España
Descripción: Un estudiante de un renombrado erudito cristiano en la Antigua Andalucía escucha una discusión acerca de Paracleto, un profeta que se menciona en la Biblia.
- Por Anselm Tormeeda
- Publicado 15 Sep 2008
- Última modificación 15 Sep 2008
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Una gran cantidad de cristianos, abrazaron el Islam durante y después de las conquistas islámicas después de la muerte del profeta Muhammad. Nunca fueron obligados, por el contrario, fue un reconocimiento de lo que ya esperaban. Anselmo Turmeda[1], un cura y erudito cristiano, fue una de estas personas cuya historia vale ser mencionada. Escribió un famoso libro llamado “El regalo a los Inteligentes por Rechazar los Argumentos de los Cristianos”[2]. En la Introducción[3] de este trabajo menciona su historia:
“Que todos sepan que vengo de la ciudad de Mallorca, que es una gran ciudad en el mar entre dos montañas y dividida por un pequeño valle. Es una ciudad comercial, con dos maravillosos puertos. Grandes barcos mercantes vienen y echan anclas en el puerto con diferentes productos. La ciudad esta en la isla que tiene el mismo nombre -Mallorca, y la mayor parte de su tierra esta poblada con higueras y olivos. Mi padre era un hombre muy respetado de la ciudad. Yo era su único hijo.
Cuando tenía 6 años, me envió con un cura quien me enseñó a leer el Evangelio y lógicamente, lo terminé en seis años. Después de eso, dejé Mallorca y viajé a la ciudad de Larda, en la región de Castilla, que era el centro de aprendizaje de los cristianos en esa región. Más de mil estudiantes cristianos se reunían allí. Todos bajo la administración del cura que les enseñaba. Estudié el Evangelio y su lenguaje por otros cuatro años. Después de eso, me retiré a Bologne en la región de Anbardia. Bologne es una gran ciudad, siendo el centro de aprendizaje para muchas personas de esa región. Cada año, más de dos mil estudiantes de diferentes lugares se reúnen allí. Se cubren a si mismos con ásperas vestimentas que llaman el “tono de Dios”. Todos ellos, sean hijos de trabajadores o de gobernadores, llevan esta vestimenta, para hacer que los estudiantes se distingan de los demás.
Sólo los curas enseñan, controlan y los dirigen. Viví en la iglesia con un cura anciano. Era muy respetado por su gente debido a su conocimiento, religiosidad y ascetismo, que lo distinguía de los otros curas cristianos. Llegaban preguntas y pedidos de consejos de todos lados, desde reyes a gobernadores, junto a presentes y regalos. Esperaban que aceptara sus regalos y les garantizaran sus bendiciones. Este cura me enseñó los principios y enseñanzas del cristianismo. Me volví muy cercano a él, sirviéndole y asistiendo sus tareas hasta que me convertí en uno de sus mejores asistentes, entonces me confiaba las llaves de su hogar en la iglesia. la comida y bebida que guardaba. Solo se quedaba con una llave de un pequeño cuarto en donde solía dormir. Pienso, y solo Dios lo sabe, que tenía sus cosas más queridas allí. Fui un estudiante y sirviente por un periodo de diez años, luego enfermó, y no pudo cumplir con las reuniones de sus compañeros curas.
Durante su ausencia, los curas discutieron algunos asuntos religiosos, hasta que llegaron a lo que fue dicho por el Dios Todopoderoso a través de su Profeta Jesús en el Evangelio: “Después de él vendrá un Profeta llamado Paracleto.” Discutieron bastante acerca de este profeta y quien era entre los profetas. Todos brindaron su opinión de acuerdo a su conocimiento y entendimiento; y terminaron sin llegar a ninguna conclusión acerca del asunto. Fui a mi cura, como siempre y me preguntó que fue lo que se habló en la reunión del día. Le mencioné las diferentes opiniones de los curas acerca del nombre Paracleto, y como finalizaron la reunión sin aclarar su significado. Me pregunto: “¿Cuál fue tu respuesta?” Le di mi opinión tomada de la interpretación de un conocido exégesis. Él dijo que era casi lo correcto como la de algunos curas, y que otros curas estaban equivocados. “Pero la verdad es diferente. Es porque la interpretación de ese noble nombre la conocen solo algunos eruditos. Y tenemos muy poco conocimiento”. Me arrodille y bese sus pies, diciendo: “Señor, usted sabe que yo he viajado y he llegado a usted de un país distante, le he servido ahora hace ya diez años; y he obtenido más conocimiento del estimado, por favor dígame la verdad acerca de ese nombre”. El cura lloró y dijo: “Mi hijo, por Dios, te estimo mucho por servirme y dedicarte a mi cuidado. Saber la verdad de este nombre, es un gran beneficio, pero es también un gran peligro. Y temo que cuando sepas este nombre y los cristianos lo descubran, te maten de inmediato”. Dije: “Por Dios, por el Evangelio y Él que fue enviado con él, nunca le hablaré a nadie acerca de lo que me dirá, lo guardaré en mi Corazón”. El dijo: “Hijo mío, cuando llegaste de tu país, te pregunté si estabas cerca de los musulmanes, y si se atacaban mutuamente. Esto fue para probar tu odio hacia el Islam. Sabe, hijo mío, que Paracleto es el nombre de su Profeta Muhammad, a quien fue revelado el cuarto libro que menciona Daniel. Su manera es la clara manera que se menciona en el Evangelio”. Dije: “Entonces, señor ¿Qué es lo que dice acerca de la religión de estos cristianos?” El dijo: “hijo mío, si estos cristianos se hubiesen permanecido en la religión original de Jesús, entonces estarían en la religión de Dios, porque la religión de Jesús y la de todos los demás profetas es la verdadera religión de Dios. Pero la cambiaron y devinieron incrédulos”. Le pregunté: “Entonces señor, ¿Cuál es la salvación?” El dijo: “Oh, hijo mío, abrazar el Islam”. Le pregunté: “¿Será salvado el que abrace el Islam?” El respondió: “Si, en este mundo y en el próximo”. Yo dije: “El prudente elige por sí mismo; si sabe, señor el mérito del Islam, entonces ¿Qué lo aleja de él?” El respondió: “Hijo mío, Dios Todopoderoso no me expuso a la verdad del Islam y al profeta del Islam hasta que fui viejo y mi cuerpo se debilitó. Si, no es un excusa, por el contrario, la prueba de Dios se ha establecido en nuestra contra. Si Dios me hubiese guiado a esto cuando tenia tu edad, hubiese dejado todo y adoptado la religión de la verdad. ¡El amor por este mundo es la esencia de cada pecado, y mira cómo soy estimado, glorificado y honorado por los cristianos, y cómo vivo con influencias y confort! En mi caso, si muestro un aleve inclinación hacia el Islam me matarían inmediatamente. Suponte que me salvo de ellos y consigo escaparme con los musulmanes, ellos dirían, ¡no cuentes con tu Islam a favor nuestro, por el contrario te has beneficiado solo por entrar en la religión de la verdad, la religión que te salvara del castigo de Dios! Viviría entre ellos como un pobre hombre anciano de más de noventa años, sin saber su lengua, y moriría entre ellos de hambre. Soy, y toda alabanza se deba a Dios, en la religión de Cristo y la que llego con él, y Dios sabe eso de mi”. Entonces le pregunté: “¿Me recomienda que vaya al país de los musulmanes y adopte su religión?” el me respondió: “Si eres sabio y esperas salvarte, entonces corre por aquello que te salvará en este mundo y en el más allá. Pero hijo mío, nadie está presente con nosotros; esto queda entre tú y yo. Haz un gran esfuerzo y mantenlo como un secreto. Si se sabe y la gente sabe de ello te matarán inmediatamente. Yo no serviré para salvarte. Tampoco servirá que les diga que yo te hablé del Islam, o que te alenté a ser un musulmán, porque lo negaré. Confiarán en mi testimonio. Por lo tanto, no digas una palabra, pase lo que pase”. Le prometí no hacerlo
El estaba satisfecho y contento con mi promesa. Comencé a prepararme para mi viaje y le dije adiós. El rezó por mi y me entregó cincuenta dinares de oro[4]. Tomé un barco hacia la ciudad de Mallorca donde permanecí con mis padres por seis meses. Luego viajé a Sicilia y permanecí allí por cinco meses, esperando un barco con destino a la tierra de los musulmanes. Finalmente, llegó un barco con destino a Túnez. Partimos antes de la puesta del sol y llegamos al puerto de Túnez al mediodía del segundo día. Cuando bajé del barco, eruditos cristianos que habían escuchado de mi llegada fueron a encontrarme y permanecí con ellos por algunos meses con comodidades. Después de eso, pregunté si había algún traductor. El Sultán en ese tiempo era Abu al-Abbas Ahmed. Dijeron que había un hombre virtuoso, médico del Sultán, quien era uno de sus más cercanos consejeros. Su nombre era Yusuf al-Tabib. Estaba muy satisfecho de oír esto, y pregunte donde vivía. Me llevaron allí para conocerlo en privado. Le conté mi historia y la razón por la cual había venido aquí; que era abrazar el Islam. El estaba inmensamente satisfecho con el asunto y me ayudaría a hacerlo. Fuimos al palacio del Sultán. Él se encontró con el Sultán y le contó mi historia y pidió permiso para que yo lo conociera.
El Sultán aceptó, y me presenté ante él. La primera pregunta fue acerca de mi edad. Le dije que tenía treinta y cinco años. Luego preguntó acerca de mis conocimientos y la ciencia que estudiaba. Después de decirle me dijo. “Tu llegada es la llegada de la bondad. Sé musulmán con la bendición de Dios”. Luego le dije al doctor: “Dígale al honorable Sultán que siempre pasa cuando alguien cambia de religión que la gente lo difama y habla pestes de él. Por lo tanto, desearía si él amablemente mandara traer a los curas cristianos y mercantes de la ciudad para preguntarles acerca de mí y escuchar lo que tienen que decir. Luego, por la voluntad de Dios, aceptare el Islam”. Él, envió buscar a los curas y a algunos mercantes cristianos y dejó que me quedara en un cuarto contiguo para que no me vean. “¿Que dicen de este Nuevo cura que llego por barco?” preguntó. Ellos dijeron: “Es un gran erudito de nuestra religión. Nuestros obispos dicen que es el más sabio y nadie es superior a él en su conocimiento religioso”. Después de escuchar lo que los cristianos dijeron, el Sultán me envió a llamar, y me presenté ante ellos. Declaré los dos testimonios que no hay otro dios más que Dios y que Muhammad, que la piedad y bendiciones de Dios lo acompañen, es su Mensajero, y cuando los cristianos escucharon esto dijeron: “Nada lo ha inducido a hacer esto excepto su deseo de casarse, ya que los curas en nuestra religión no pueden casarse”. Luego se retiraron en aflicción y dolor.
El Sultán me destinó un cuarto de dinar por día del Tesoro y me permitió casarme con la hija de Al-Hayy Muhammad al-Saffar. Cuando decidí consumar el matrimonio, me entregó cien dinares de oro y un excelente traje. Luego consumí el matrimonio y Dios me bendijo con un hijo a quien llame Muhammad como bendición por el nombre del Profeta”[5].
Footnotes:
[1] Después de abrazar el Islam, fue conocido como Abu Muhammad bin Abdullah Al-Taryuman. Lo llamaban Al-Tarjuman (El traductor), porque en menos de cinco meses después de su conversación, el Sultán lo nombro general de la Administración de la Marina donde aprendió el lenguaje árabe y se convirtió en un dotado traductor en discusiones entre musulmanes y cristianos. Después de un año, se lució en el lenguaje árabe y fue nombrado como el jefe de los asuntos de Traducción. Es bien conocido entre las personas comunes, quienes le dieron sobrenombres tan placenteros; el mas popular fue Sidi Tohfah, que significa “Mi Gran Regalo”, refiriéndose a su famoso libro.
[2] Tuhfat al-arib fi al-radd ‘ala Ahl al-Salib en arabe. El libro fue un poderoso golpe para la estructura de los cristianos porque fue escrito por uno de los más grandes eruditos cristianos del momento.
[3] Siguiendo la introducción, escribió algunos eventos con respecto al estado Hafsah. Sigue con nueve capítulos incluyendo uno que demuestra que los cuatro evangelios no fueron escritos por los discípulos de Jesús, a quien se les atribuye generalmente. También discutió otros temas incluyendo el Bautismo, la Trinidad, el Pecado Original, La Última Cena, La indulgencia, La ley de la fe. Rechazó todas estas doctrinas basadas en los textos de los Evangelios y el razonamiento lógico. Probó también la naturaleza humana de Cristo, y desaprobó su alegación a la naturaleza divina. Luego expuso las contradicciones en los textos interpolados de la Biblia. También discutió asuntos criticados por los musulmanes acerca del permiso de casarse de los eruditos religiosos y hombres piadosos, la circuncisión, y el placer físico en el Paraíso. Concluyó su libro probando la veracidad del Profeta Muhammad utilizando textos de la Biblia.
[4] Monedas
[5] Extraído del material de la Autenticidad del Corán: Pruebas de que es una Revelación de Dios Todopoderoso por Abdur-Raheem Greene.
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