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Este es el
último capítulo del Corán y el segundo de un par de suras que fueron reveladas
al mismo tiempo. Esta breve sura de seis aleyas, y la anterior, fueron
reveladas en La Meca, aunque existe cierta disputa académica al respecto. Sus
temas son similares, y juntas se conocen como las "suras del refugio". El
título de esta sura es "los seres humanos" o "la gente". Lleva el nombre de la
última palabra de la primera aleya, donde Dios se refiere a Sí Mismo como el
Señor de todos los seres humanos.
Al final del capítulo 113 buscamos refugio del daño causado por la envidia y los celos, por lo que nos dirigimos directamente al capítulo 114 donde se nos insta a buscar refugio de quien es el más celoso y que causa la mayor envidia y los peores celos en los corazones de las personas: Satanás. Los males mencionados en la sura previa son aquellos que están fuera de nuestro control. Sin embargo, en esta sura los males son tales que nosotros mismos somos responsables de ellos, por lo que, en cierta medida, estos son los males mayores.
Esta última sura comienza con la misma palabra que las dos suras anteriores. Esa palabra es "di", en árabe "cul". Juntas, las suras 112, 113 y 114 son conocidas como las "tres cul". Hay muchas tradiciones auténticas del Profeta Mujámmad (Dios lo bendiga) y sus compañeros que recomiendan decir las tres últimas suras cuando se busca la protección de Dios a lo largo del día o de la noche. Así, en esta sura 114 Dios dice, cuando busques refugio en Mí, di estas palabras.
Dios nos dice que nos humillemos ante Él y Le pidamos ayuda. La palabra di es una orden. Busca refugio, dice Dios, en Mí, el Señor, Amo y Protector de toda la gente, de toda la humanidad. Busca refugio en el Rey o gobernante de toda la humanidad. Aquí, Dios está diciendo que Él es el Único con toda la autoridad, por lo tanto, acude directamente a él. No hay necesidad de un intercesor ni de una persona que solo puede resolver un poco el problema. Ve directamente a la cima.
La gente tiende a no buscar la protección de Dios sino como último recurso. Eso no es lo que Dios quiere. Él está diciéndonos que Él es la fuente de toda protección, Él es tu primera y única línea de defensa. Él es el Amo, el Rey y el Dios de todos los seres humanos. Busca tu refugio en Él. Solo Dios es el Uno que tiene todo el control, el Único gobernante y la única Deidad, no hay nadie aparte de Él en quien buscar refugio. Pídeselo.
En las primeras tres aleyas, Dios menciona tres de Sus atributos, el Señor, el Rey y el Dios (o Divinidad). La palabra nas, que significa toda la gente, también es mencionada tres veces, ello contribuye al ritmo del capítulo, destacando cada punto. Una de las palabras raíz de la palabra nas es nasiya, ser olvidadizo. Uno de los rasgos inherentes a las personas es ser olvidadizas, por ello, esta sura poderosa y rítmica es un recordatorio para quienes olvidamos que Dios es nuestro único refugio. Además de esto, Dios le ha dado a Satanás el poder de hacer que las personas lo olviden. Por lo tanto, Dios nos ordena buscar refugio en Él, y luego nos dice de quién estamos buscando refugio.
Dios nos dice con mucha claridad la identidad de ese susurrador para que estemos alertas y siempre vigilantes. Satanás es aquel que continuamente desempeña ese papel. Él está obsesionado con ello y no se detendrá. Por ello, debemos estar en guardia, porque Satanás no dejará de susurrarnos y es furtivo. Él opera oculto, en secreto, susurrando en la oscuridad, y en los recovecos oscuros de nuestra mente. Sin embargo, hemos sido advertidos, sabemos que la única forma de vencer esta amenaza es buscar refugio en Dios. Esta es un arma muy poderosa. La única forma de vencer a Satanás es recordar a Dios y saber que es nuestra fe la que derribará esta amenaza susurrante.
Describir a Satanás como furtivo es muy significativo, porque indica la debilidad intrínseca del demonio. Él se retira dócilmente cuando es confrontado de forma abierta. Satanás se ubica cerca del corazón del creyente y susurra, pero cuando el creyente recuerda a Dios y busca Su protección, el demonio retrocede y se retira. Satanás también puede transferir esta tarea de distraer y susurrar a otros. Dios nos dice en la última aleya que los malos susurros pueden provenir tanto de personas como de Satanás y sus semejantes. Los pensamientos, sugerencias y susurros dañinos no siempre provienen del demonio, sino que pueden venir de otros seres humanos, de otros yinn, y de circunstancias malvadas que nos rodean cotidianamente.
Por lo tanto, esta sura no solo nos protege de los susurros de Satanás, sino también de las sugerencias malvadas de nuestros compañeros humanos. Si sientes los susurros del demonio o te sientes tentado por los actos de quienes te rodean y te invitan a actos malvados, dañinos o desobedientes, recita esta sura, obedece a Dios y busca Su protección.
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