Capítulo 12, Yusuf (José) (parte 1 de 2)

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Descripción: Breve comentario sobre la sura 12 (aleyas 1 a 66) del Sagrado Corán. La historia del Profeta José es una historia de sufrimiento y tristeza, que se enfoca en confiar plenamente en Dios y saber que Él es el mejor de los planificadores. En la primera parte vemos cómo José es arrancado de su amoroso padre y empujado a la esclavitud, y termina cuando José se asegura una posición elevada en el gobierno egipcio.

  • Por Aisha Stacey (© 2016 IslamReligion.com)
  • Publicado 09 Jan 2017
  • Última modificación 16 Jul 2017
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Introducción

yusuf_12.jpgLa historia de José fue revelada después de que un israelita le preguntó al Profeta Muhammad (la paz y las bendiciones de Dios sean con él) qué sabía acerca del Profeta José. La historia de José no era conocida por los árabes en aquella época, y era parte de una estratagema que los judíos concibieron para poner a prueba la afirmación de Profeta de Muhammad[1]. Las historias en el Corán en general son contadas en breves fragmentos y se revelan en múltiples capítulos, pero la historia de José es diferente: fue revelada de principio a fin en una sola sura.

La historia de José está enmarcada por una introducción de tres aleyas y un epílogo de diez aleyas. Hay acuerdo general respecto a que fue revelada en La Meca en un año conocido como el Año de la Tristeza. El Profeta Muhammad perdió en ese año a dos de sus más cercanos y queridos seguidores, su tío Abu Tálib y su amada esposa Jadiya. La historia de José confirma incondicionalmente que Dios tiene control total sobre todos los asuntos. Es una historia de paciencia ante la adversidad, y de confianza ante la tristeza.

Aleyas 1 a 3: La mejor historia

El Corán es un libro revelado para aclarar las cosas, fue revelado en idioma árabe y contiene información que Muhammad no conocía. Esta historia es denominada la mejor de las historias, puesto que contiene información que se relaciona con eventos que ocurrieron en la época de la revelación, y contiene lecciones para toda la humanidad.

Aleyas 4 a 18: Sueños y engaños

José tuvo un sueño en el que vio la Luna y once estrellas prosternándose ante él. Esto fue interpretado como hombres haciéndole una venia. Él le confió su sueño a su padre, quien le aconsejó que lo mantuviera en secreto de sus hermanos.

José y Benjamín eran los hijos de la segunda esposa de Jacob. Los hermanos mayores de José se consideraban mejores que él y odiaban el hecho que Jacob lo apreciara mucho más que a ellos. Enceguecidos por los celos, planearon el asesinato de José. Uno de los hermanos convenció a los otros que era mejor lanzarlo a un pozo. Llevaron a cabo su plan macabro y, utilizando el peor temor de su padre (un ataque de lobos) y una camisa manchada de sangre, trataron de convencerlo de la muerte de José. Entre tanto, Dios alivió el miedo de José. Dios le inspiró que un día él les diría en la cara a sus hermanos lo que habían hecho, sin que ellos supieran que era él quien les hablaba. El padre de José, Jacob, se sintió traicionado, pero clamó a Dios y aceptó la noticia con confianza y paciencia.

Aleyas 19 a 22: José es llevado a Egipto

José es rescatado del pozo y vendido como esclavo. Lo venden a bajo precio a un hombre influyente de Egipto, que le comenta a su esposa que José podría entrar a su servicio personal. Dios hace hincapié en que Él estableció a José en la tierra y lo sustentó a fin de enseñarle la interpretación de los sueños. Dios tiene poder y control absolutos sobre todos los asuntos, pero la mayoría de la gente es ciega a esto. José creció en condiciones de comodidad y Dios le otorgó buen juicio y conocimiento. Estaba en la casa de un político, aprendiendo cómo negociar y tomar decisiones sabias.

Aleyas 23 a 30: La seducción fallida

La esposa del político egipcio observaba cómo crecía José y se convertía en un hombre que la atraía. Intentó seducirlo, pero él buscó refugio en Dios. La esposa persiguió a José hasta la puerta principal justo en el momento en que su esposo entraba a la casa. La esposa intentó culpar a José, pero un miembro de la familia señaló que la camisa de este había sido arrancada por la espalda. Las mujeres de la ciudad comenzaron a rumorear sobre José y la esposa del político.

Aleyas 31 a 35: José prefiere la prisión

Después de escuchar los chismes, la esposa del político invitó a las mujeres a su casa para mostrarles cuán bello y atractivo era José. Ella le dio a cada una de ellas un cuchillo bien afilado y llamó a José para que lo vieran. Las mujeres quedaron atónitas, al punto de que se cortaron las manos. Ella les dijo que había intentado seducirlo, pero él se había resistido, y lo amenazó con enviarlo a prisión si no la obedecía. José temía que si ella intentaba seducirlo de nuevo podría caer en la tentación, así que le pidió a Dios Su protección y le dijo a la esposa que prefería la prisión a cualquier cosa que estuvieran planeando las mujeres.

Aleyas 36 a 40: Más sueños

José fue encarcelado junto con otros hombres. Los otros dos prisioneros discutieron con José sus sueños y le pidieron que los interpretara para ellos. Uno de ellos le dijo: "Soñé que prensaba uvas", el otro le dijo: "Soñé que llevaba un pan en mi cabeza y los pájaros comían de él". José mencionó su próxima cena recordándoles que Dios proporciona el sustento de todos, y luego les contestó que era capaz de interpretar los sueños porque Dios le había enseñado cómo hacerlo. Explicó su creencia en Dios y en el Día del Juicio. José afirmó que su familia, la familia de Abraham, Isaac y Jacob, tenía conocimiento de la Unidad y Unicidad de Dios, y que su religión y su familia no Le asociaba copartícipes a Dios. La mayoría de la gente no se da cuenta de esto.

Aleyas 41 y 42: José languidece en prisión

José interpretó los sueños: uno serviría a su amo, el otro sería crucificado y los pájaros le picotearían la cabeza. José le pidió al que viviría que lo mencionara a él frente a su amo. Pero Satanás logró que el hombre se olvidara de José, y este permaneció por más tiempo en prisión.

Aleyas 43 a 57: Se establece la inocencia de José

El Rey (de Egipto) les pidió a sus consejeros que interpretaran su sueño: "Soñé que siete vacas gordas eran comidas por siete flacas, siete espigas frescas de maíz y otras siete secas". Ellos no pudieron interpretar el sueño, y el exprisionero se acordó de José. Corrió a buscar a José, quien interpretó el sueño del rey. El rey pidió que José fuera llevado ante su presencia. El exprisionero volvió con José, pero este le pidió que le preguntara a su amo (el Rey) acerca de las mujeres que se habían cortado las manos. El Rey estableció la inocencia de José, y este le dijo que quería que el político supiera que él jamás lo había traicionado ni había abusado de su confianza. José se presentó ante el Rey, quien le ofreció una posición de alto rango. José le pidió que lo pusiera a cargo de los silos. De este modo, Dios estableció a José en esa tierra. Dios señala que Él le concede misericordia a quien Él desee, y no deja de recompensar el bien. La recompensa en el Más Allá, afirma, es la mejor.

Aleyas 58 a 66: Se cumple la predicción de un sueño

Los hermanos de José se presentaron pidiendo su medida de grano. José los reconoció, pero ellos no lo reconocieron a él. Les pidió que regresaran después, acompañados de su hermano menor; sin él, no les permitiría tener el grano. Ellos contestaron que tratarían de persuadir a su padre para que les diera permiso. José les pidió a sus siervos que pusieran la mercancía que sus hermanos habían negociado por grano de nuevo en las bolsas de sus monturas para animarlos a volver. Los hermanos le pidieron a Jacob que los dejara llevar a su hermano menor, pero él les preguntó: "¿Debo confiar en ustedes después de lo que hicieron con su otro hermano?". Los hermanos abrieron las bolsas de las sillas de montar y encontraron que toda su mercancía les había sido devuelta. Jacob les dijo que no enviaría al muchacho a menos que ellos juraran que harían todo lo humanamente posible para mantenerlo a salvo. Ellos le hicieron el juramento y Jacob les dijo: "Nuestras palabras son confiadas a Dios".



Pie de página:

[1] Ibn Kazir, Historias de los profetas.

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