Cat Stevens, ex cantante pop, Reino Unido (parte 1 de 2)
Descripción: Una de las figuras musicales más prominentes de la década del ‘70 y su búsqueda de la verdad.
- Por Cat Stevens
- Publicado 31 Mar 2008
- Última modificación 31 Mar 2008
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Lo único que tengo para decir es lo que ustedes ya conocen, confirmar lo que ya saben, el mensaje del Profeta [la paz sea con él] tal como lo transmitió Dios - la Religión de la Verdad. Como seres humanos, recibimos una conciencia y una obligación que nos ha puesto en la cima de la creación… Es importante darnos cuenta de la obligación que tenemos de librarnos de todas las ilusiones y convertir nuestras vidas en una preparación para la vida del más allá. Todo aquel que deje pasar esta oportunidad no recibirá otra oportunidad para volver a este mundo, porque en el Sagrado Corán dice que cuando el hombre sea juzgado, dirá: “¿Acaso habrá quien pueda interceder por nosotros [para salvarnos del castigo] o para que se nos conceda otra oportunidad volviendo a la vida mundanal, y así poder obrar correctamente?’”
Mi formación religiosa
Fui criado en el mundo moderno con todos los lujos de la vida cómoda del mundo del espectáculo. Nací en un hogar cristiano, pero sabemos que todos los niños nacen en su estado original de pureza – son sus padres quienes lo convierten a tal o cual religión. Me dieron esta religión (Cristianismo) y en ella me enseñaron. Me dijeron que Dios existe, pero que no había contacto directo con Él, sino que teníamos que hacerlo a través de Jesús – de hecho, él era la puerta hacia Dios. Eso más o menos lo acepté, pero no me lo creía completamente.
Miraba las estatuas de Jesús; eran como rocas sin vida. Y cuando me decían que Dios es parte de una trinidad, me confundía aún más pero no podía discutir. Más o menos lo creía, porque debía respetar la fe de mis padres.
Estrella Pop
Con el tiempo comencé a alejarme de esa crianza religiosa. Comencé a hacer música. Quería ser una gran estrella. Todo eso que veía en las películas y en los medios de comunicación se apoderó de mí, y pensé que eso era mi Dios, la meta de ganar dinero. Un tío mío tenía un auto muy lujoso. Dije: “Bueno, él lo hizo bien. Tiene mucho dinero”. Las personas que me rodeaban me incentivaron a pensar que así era; este mundo era su Dios.
Decidí entonces que esa era la vida que quería para mí; ganar mucho dinero, tener una ‘gran vida’. Mis ejemplos eran ahora las estrellas pop. Comencé a hacer canciones, pero en el fondo sentía algo por la humanidad, sentía que si me hacía rico ayudaría a los necesitados. (En el Corán dice que nos hacemos esa promesa, pero que cuando hacemos riqueza, nos aferramos a ella y nos volvemos avaros).
Sucedió que me hice muy famoso. Aún era adolescente, pero mi nombre y mi foto estaban en todos los medios de comunicación. Me hicieron muy grande, por lo que quise tener una vida igual de grande, y la única manera de lograrlo era drogándome.
En el Hospital
Después de un año de éxito económico y ‘alto’ nivel de vida, me enfermé seriamente, contraje Tuberculosis y tuve que ser hospitalizado. Fue entonces cuando comencé a pensar: ¿Qué me iba a pasar? ¿Era solo un cuerpo y mi meta en la vida era simplemente satisfacer ese cuerpo? Me di cuenta de que esta calamidad era ahora una bendición que Dios me había dado, una oportunidad de abrir los ojos – “¿Por qué estoy aquí? ¿Por qué estoy en una cama?” – y comencé a buscar algunas de las respuestas. En esos días, había un gran interés en el misticismo oriental. Comencé a leer, y lo primero que comencé a notar fue el concepto de la muerte y que el alma sigue su curso: No se detiene. Sentía que estaba tomando el camino del goce y los altos logros. Comencé a meditar y me hice vegetariano. Ahora creía en ‘la paz y el poder de las flores’, y esa era la tendencia general. Pero lo que creía son certeza era que no era solamente un cuerpo. Esta idea me sobrevino mientras me encontraba en el hospital.
Un día cuando caminaba, y la lluvia me tomó por sorpresa, comencé a correr hasta un refugio y me dije: ‘Un momento, mi cuerpo se moja, mi cuerpo me dice que me estoy mojando’. Esto me hizo pensar en el dicho de que el cuerpo es como un burro, y hay que entrenarlo para que vaya a donde tiene que ir. De lo contrario, el burro irá a donde él quiere ir.
Me di cuenta entonces que tenía un deseo, un don divino: Seguir la voluntad de Dios. Estaba fascinado por esta nueva terminología que aprendía en la religión oriental. En ese entonces, me había cansado del Cristianismo. Comencé a hacer música nuevamente, y esta vez reflejé en ella mis propias ideas. Recuerdo la letra de una de mis canciones. Decía algo como: “Ojalá hubiera sabido, ojalá hubiera sabido lo que hace el Paraíso, lo que hace el Paraíso. ¿Te llego a conocer en mi cama o en alguna celda polvorienta mientras otros llegan al gran hotel?” y supe que estaba en el Camino.
También escribí otra canción: “El Camino para encontrar a Dios”. Me volví aún más famoso en el mundo de la música. En realidad, la pasé bastante difícil porque era cada vez más rico y famoso, y al mismo tiempo, buscaba con sinceridad la Verdad. Luego llegué a un escenario en el que decidí que el Budismo era correcto y noble, pero no estaba listo para abandonar completamente este mundo. Me apegué demasiado a las cosas materiales y no estaba preparado para convertirme en monje y aislarme del resto de la sociedad.
Probé el Zen y el I-Ching, la numerología, las cartas del Tarot y la astrología. Intenté volver a la Biblia pero no encontré nada allí. Por aquel entonces no sabía nada del Islam, y entonces, sucedió lo que yo considero un milagro.
Mi hermano había visitado la mezquita de Jerusalén y quedó muy impresionado con la idea de que por un lado estaba llena de vida (a diferencia de las iglesias y sinagogas, que estaban vacías), y por otro lado, reinaba allí un ambiente de paz y tranquilidad.