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El Diccionario Inglés de Oxford define “Interés” como “dinero pagado por el uso de
dinero prestado (el capital), o por abstenerse de una deuda, de acuerdo con una
relación fija”[1].
En realidad, los individuos y el mundo en conjunto probablemente conocen muy bien la carga de los intereses, de modo que nadie necesita realmente la definición anterior. El interés es algo que conoce cualquiera que viva en un país capitalista. Ha llegado a ser tan completamente institucionalizado y aceptado en las economías modernas, que es prácticamente imposible concebir que haya alguien que se le oponga por completo y rechace cualquier transacción que involucre intereses. Sin embargo, hay musulmanes devotos que se rehúsan a tratar con intereses.
La razón real de por qué estos musulmanes no tratan con intereses es que los intereses han sido prohibidos en la religión islámica, como se detallará en breve. Al mismo tiempo, sin embargo, los musulmanes creen que la guía de Dios está basada en Su conocimiento, sabiduría y justicia. En otras palabras, Dios no prohíbe algo a los humanos sin una razón. Por lo tanto, definitivamente hay razones sólidas -algunas de las cuales podemos reconocer claramente- de por qué Dios ha prohibido esta práctica.
En el mundo actual, los musulmanes son bombardeados constantemente con argumentos que apoyan el manejo de intereses. Muchos musulmanes han sucumbido a tal presión y a los que suponen argumentos racionales, lo que los ha llevado a aceptar el concepto de interés.
Por ello, este corto artículo pretende analizar la postura islámica respecto a los intereses, basado en los textos básicos de la fe, así como entrar en una discusión racional sobre el interés para determinar si los argumentos dados a favor de los intereses son realmente válidos.
El Islam enseña que Dios ha sido misericordioso al brindar a la humanidad una guía para todos los aspectos de la vida. Esta guía abarca no sólo los actos de culto, sino todo desde la economía y la ética de negocios hasta las relaciones maritales, las relaciones internacionales, la ética de la guerra, y así sucesivamente. Uno de los rasgos distintivos de los musulmanes hoy día es que ellos aún creen en esta guía de Dios, mientras que la mayoría del resto de la humanidad ha descartado o invalidado sus enseñanzas religiosas cuando se trata de asuntos “seculares”.
Hay una serie de razones por las que muchos musulmanes no han seguido el mismo camino de, por ejemplo, numerosos judíos y cristianos seculares. Una de las razones más importantes es que el musulmán puede estar seguro de que la revelación que forma las bases de la religión islámica no ha sido manipulada ni distorsionada desde la época de su manifestación. En otras palabras, no ha habido interferencia humana o distorsión en la revelación. Por lo tanto, no hay necesidad de que vengan ahora humanos a corregir los errores de humanos anteriores, como afirman seculares judíos o cristianos.
Segundo, muchos musulmanes creen que no existe ninguna evidencia fuerte o convincente de que algo de su religión esté fuera de contacto con la realidad o resulte impracticable en la época actual. En el Islam, por ejemplo, nunca ha existido un conflicto entre la religión y la ciencia que hubiera llevado a una ruptura de la confianza en la iglesia y a una revuelta generalizada contra la autoridad de la religión, como ocurrió en occidente[2]. Mucha gente, incluso algunos musulmanes, han pedido muchos cambios en el Islam pero, en realidad, los argumentos que han presentado para ello han sido defectuosos y débiles, para decir lo mínimo. El caso de los intereses, tema de este artículo, puede tomarse como un ejemplo excelente de esta naturaleza.
Curiosamente, aunque el Islam ha aparecido mucho en los medios últimamente, ha sido la experiencia de este autor que muchos no-musulmanes desconocen la posición del Islam frente a los intereses. Por lo tanto, el presente artículo también arroja luz sobre este tema importante –un tema que no es un tópico “muerto”, medieval, sino que tiene una relevancia enorme en el mundo actual–.
[1] Oxford English Dictionary Software (Oxford, Inglaterra: Oxford University Press, 2002), entrada: “interest”.
[2] Una obra clásica sobre la historia de la experiencia cristiano-europea concerniente al conflicto entre la religión y la ciencia es Historia del Conflicto entre Religión y Ciencia, de John William Draper (Orden de los Caballeros Thelema, 2005). Tenga en cuenta que este título en realidad debería corregirse, ya que trata de la historia del conflicto entre la ciencia y la cristiandad en Europa. En su trabajo Historia del Desarrollo Intelectual de Europa (Honolulu, Hawaii: University Press of the Pacific, 2002), el mismo John William Draper divide la historia de Europa en la era de la fe seguida de la era de la razón, resaltando de nuevo el conflicto que existe en la cristiandad en particular (aunque también en el judaísmo) de “razón” y “ciencia” enfrentadas con la “fe”. De nuevo, el Islam nunca experimentó tal crisis. De hecho, la coherencia del Islam con la ciencia moderna es algo que ha llevado a muchos a abrazarlo. Por ejemplo, el profesor no-musulmán Tejatat Tejasen de la Universidad Chiang Mai en Tailandia, estudió la relación entre el Islam y las ciencias modernas, y finalmente declaró lo siguiente:
“Durante los últimos tres años me interesé en el Corán… Desde mi estudio… creo que todo lo que ha sido registrado en el Corán hace 14 siglos debe ser cierto, que puede ser probado por medios científicos. Dado que el Profeta Muhammad no sabía leer ni escribir, Muhammad debió ser un mensajero que transmitió esta verdad, la que le fue revelada como una iluminación dada por Aquel que es el Creador. Por lo tanto, creo que es tiempo de decir… [en este punto, el Profesor Tejasen hizo la declaración de fe islámica]”. Citado en Breve Guía Ilustrada para Entender el Islam, I. A. Ibrahim (Houston: Darussalam, 1997), p. 31.
Esta obra está disponible en su totalidad en www.islam-guide.com. Ibrahim revisa y resume las conclusiones de muchos científicos contemporáneos.
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