Sura 35, aleyas 2 a 7: No te dejes engañar por “el gran embaucador”

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Descripción: No existe poder excepto el poder de Dios, y Satanás es el enemigo declarado de la humanidad.

  • Por Aisha Stacey (© 2018 IslamReligion.com)
  • Publicado 25 Jun 2018
  • Última modificación 25 Jun 2018
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"Nada ni nadie puede impedir que una misericordia de Dios alcance a la gente; pero si Él la retuviese, no hay nada ni nadie que pudiera hacer que les llegara. Él es el Poderoso, el Sabio. ¡Oh, gente! Recuerden las bendiciones que Dios les ha concedido. ¿Acaso hay otro Creador además de Dios que los sustente de lo que hay en el cielo y en la Tierra? No hay nada ni nadie con derecho a ser adorado salvo Dios. ¿Por qué entonces se desvían? Si te desmienten [¡oh, Muhammad!], ya antes de ti otros Mensajeros fueron desmentidos. Todos los asuntos vuelven a Dios. ¡Oh, gente! La promesa de Dios es verdadera. Que no los alucine la vida mundanal, y que el Seductor no los aparte de Dios. El demonio es para ustedes un enemigo, tómenlo como un enemigo; él seduce a sus seguidores para que sean de los moradores del Infierno. Los que rechazan el Mensaje recibirán un castigo severo, mientras que los creyentes que obren rectamente obtendrán el perdón y una gran recompensa". (Corán 35: 2-7)

Chapter-35,-verse-2.jpgEste artículo analiza seis versículos esenciales del comienzo del capítulo 35 del Corán. Esta sura es conocida con dos nombres distintos, ambos tomados de la primera aleya: Fatir, que significa "Originador; y Al Malaika, que significa "los ángeles". Los eruditos musulmanes están de acuerdo en que el estilo de la sura indica que fue revelada durante el período mecano, en un tiempo en que los esfuerzos del Profeta (la paz y las bendiciones de Dios sean con él) por divulgar su mensaje eran frustrados y bloqueados. Las seis aleyas que se exponen les recuerdan a los creyentes la misericordia y la gracia de Dios, y les advierten del engaño inherente en la vida mundana. Concluyen con el consejo de tratar a Satanás como un enemigo abierto, y con un refuerzo del contraste entre el Más Allá del creyente y el del incrédulo.

Un aspecto del poder de Dios es la misericordia mencionada en la segunda aleya: la misericordia que Él otorga a la humanidad. La palabra árabe aquí utilizada ha sido traducida de diversas maneras, como misericordia, gracia o bendiciones. Cuando este atributo es entendido en su totalidad, se arraiga en el corazón y en la mente; el poder de Dios para dar y retener según Su voluntad cambia la forma en que vemos la vida en este mundo. No existe otro poder en los cielos ni en la Tierra, y entender esto significa que el creyente abandona cualquier pensamiento de recibir misericordia o bendiciones de alguna otra fuente. Aquellos de la creación que tienen algún poder o autoridad están también subordinados a Su voluntad y poder. La gracia de Dios se refleja en los favores que derrama sobre la humanidad, tanto en colectivo como de forma individual, y Su gracia se refleja también en lo que es negado.

El Profeta Muhammad hizo énfasis en esto en muchos de sus dichos. Él quería que los creyentes tuvieran un conocimiento completo y activo del hecho de que no hay poder en el universo que no tenga a Dios como su fuente. Él dijo: "Nadie tiene derecho a ser adorado excepto Dios, Único, sin asociados ni copartícipes, a Él pertenece toda soberanía y toda alabanza, y Él es Omnipotente. ¡Oh, Dios! Nadie puede evitar lo que has querido otorgar y nadie puede otorgar lo que has querido evitar; y ninguna riqueza ni majestad puede beneficiar a nadie, ya que de Ti proviene toda riqueza y toda majestad"[1].

La siguiente aleya, la tercera, nos pide que recordemos las bendiciones que Dios nos ha otorgado. Nos pregunta cómo es posible que las olvidemos. ¿Acaso existe otro creador distinto a Dios? ¿Puede algo o alguien darnos sustento de los cielos y de la Tierra? ¡No! Nadie tiene derecho a ser adorado sino Dios, entonces, ¿cómo puede alguien darle la espalda a esta verdad indiscutible?

Ahora Dios se dirige al Profeta Muhammad, recordándole que los mensajeros anteriores a él también fueron acusados de mentir. No es necesario que te preocupes, le dice Dios. Finalmente, todos los asuntos regresan a Dios y Él tomará la decisión final, todos los juicios descansan en Él. La promesa de Dios es verdadera. Por lo tanto, no debemos engañarnos por la vida de este mundo. Los accesorios mundanos de esta vida pueden engañar a las personas para que crean que la promesa de Dios no es cierta. Las atracciones de esta vida nos impiden ver el panorama general. El mundo es un lugar transitorio, es poco más que un descanso en el camino hacia la vida eterna. Si perseguimos la riqueza y el poder, creyendo que eso nos asegurará el futuro, nos habremos engañado a nosotros mismos. Si estamos dando tumbos, incapaces de enfocarnos en la cercanía del Más Allá, nos convertimos en presas del gran embaucador, Satanás, cuyo propósito es alejar a la humanidad del camino recto.

Satanás nunca será nada más que un enemigo, así que Dios nos instruye a tratarlo como tal. No te hagas amigo de él ni escuches su consejo, no sigas su ejemplo, no sigas sus pasos porque dichas pasos solo conducen al fuego ardiente. Dios quiere que los creyentes estén alertas y preparados para participar en esta batalla sin fin con el mayor adversario de la humanidad.

Jamás olvides que el objetivo de Satanás es hacerte creer que Dios no existe. Si él no puede hacer que olvides a Dios, tratará de hacerte creer que Dios te ha abandonado, dejándote indefenso en un mundo lleno de terrores. El creyente sabe que esto no es cierto. Dios es accesible en todo momento y nos ha proporcionado todo lo que necesitamos para nuestra supervivencia espiritual. En su último sermón, el Profeta Muhammad nos dijo que Satanás ha perdido toda esperanza de extraviar a los creyentes en grandes cosas, y nos recordó que debemos estar prevenidos de seguirlo en las cosas pequeñas.

Dios dice que aquellos que no crean serán castigados con severidad. Ese es el objetivo final de Satanás, para asegurarse de no ser el único castigado en el Infierno. Un dicho moderno afirma que la miseria ama la compañía, y Satanás está trabajando para asegurarse de no ser el único que se sienta miserable en el Día del Juicio. Por otro lado, los que creen y hacen buenas obras serán perdonados y ampliamente recompensados.



Pie de página:

[1] Al Bujari, Sahih Múslim.

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