Hussein Abdulwahid Amin, excatólico, Irlanda (parte 1 de 4): Introducción y antecedentes personales

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Descripción: Un católico irlandés que, debido a su amor por una mujer musulmana, decide investigar sobre el Islam y analiza lo que encuentra.

  • Por Hussein Abdulwahid Amin
  • Publicado 17 Sep 2012
  • Última modificación 17 Sep 2012
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Introducción

He escrito mi historia de conversión al Islam principalmente para beneficio de otros (posibles) conversos occidentales, especialmente aquellos que, como yo, provienen de un entorno cristiano auténticamente religioso. Aunque el cristianismo y el Islam tienen mucho en común, sigue habiendo diferencias fundamentales sobre las que no hay posibilidad de acuerdo, principalmente lo concerniente a la doctrina cristiana de la Trinidad y la creencia en la divinidad de Jesús. Pasar de ser un cristiano practicante y sincero, aunque un poco insatisfecho intelectualmente, a abrazar el Islam, es en algunos aspectos, un viaje teológico importante. Como alguien que ya ha emprendido ese viaje, espero que mi cuaderno de bitácora pueda de alguna forma ayudar a allanar el camino para aquellos que siguen. El siguiente hadiz (dicho del profeta Muhammad) me viene a la mente:

“Una vez un hombre pasó por un camino y encontró una rama de árbol con espinas que lo obstruía. El hombre retiró las espinas del camino. Dios le agradeció y perdonó sus pecados [por esto]”. (Sahih Al Bujari)

Al contar los detalles de mis propias experiencias para beneficio de otros con pasado similar, me gusta pensar que estoy removiendo algunas de las espinas que obstruyen el camino del cristianismo al Islam.

Me convertí al Islam antes de ser consciente de la Internet y tuve que hacer toda la investigación por cuenta propia. Fue esencial para mí que mi investigación sobre el Islam resultó en satisfacción tanto intelectual como teológica. Confío en que otros con un historial similar al mío encuentren que parte de mis experiencias a lo largo del camino del cristianismo hacia el Islam les sirvan como útiles indicadores y puntos de partida para la investigación en su propia búsqueda espiritual.

Mi historia personal

Me convertí al Islam en octubre de 1998 cuando tenía 31 años. Soy originario de Irlanda, donde nací en una familia católica practicante, pero he pasado casi toda mi vida adulta en el extranjero. Entre mediados y finales de la década de 1990, estuve enamorado de una mujer musulmana que había conocido mientras estaba en un país musulmán. Sabía que si quería casarme con ella, tendría que convertirme al Islam, ya que las mujeres musulmanas tienen prohibido casarse fuera de su propia fe. No me entusiasmaba para nada la idea de hacerme musulmán. De hecho, a pesar de que sabía muy poco sobre la religión del Islam, una experiencia particularmente negativa que tuve mientras trabajaba en otro país musulmán sólo logró, si acaso, empeorar mi opinión sobre qué hacer con el Islam y reforzar cualquier desinterés que hubiera sentido. Sin embargo, de vuelta en Europa durante la primavera y el verano de 1998, leí todos los libros que pude encontrar en la universidad y en bibliotecas públicas sobre el Islam (hechos actuales, libros de estudio, principalmente escritos por no musulmanes) y descubrí, para mi sorpresa, que estaba de acuerdo con el 90% de la religión sin dificultad alguna. De hecho, me interesé mucho. Me di cuenta de que había cometido el error de juzgar al Islam por el comportamiento de algunos de sus seguidores nominales más desagradables, y no por las enseñanzas teológicas y morales de la religión en sí.

Jesús – ¿Hijo de Dios?

Con lo que realmente tenía problema, sin embargo, era con el papel de Jesús. Había sido educado como cristiano católico, creyendo en la Santísima Trinidad de Dios el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo: tres personas en un Dios. El Islam rechaza esto y enseña las absolutas Unidad y Unicidad de Dios (Tawhid) y específicamente que Jesús, siendo un gran Profeta, fue sólo un ser humano y no fue divino.

“¡Oh, Gente del Libro! No os extralimitéis en vuestra religión. No digáis acerca de Allah sino la verdad: Ciertamente el Mesías Jesús hijo de María, es el Mensajero de Allah y Su palabra [¡Sé!] que depositó en María, y un espíritu que proviene de Él. Creed pues, en Allah y en Sus Mensajeros. No digáis que es una trinidad, desistid, pues es lo mejor para vosotros. Por cierto que Allah es la única divinidad. ¡Glorificado sea! Es inadmisible que tenga un hijo”. (Corán 4:171)

“El Mesías hijo de María es sólo un Mensajero, igual que los otros Mensajeros que le precedieron, y su madre fue una fiel y veraz creyente. Ambos comían alimentos [como el resto de la humanidad]”. (Corán 5:75)

“Entonces [Jesús] habló: Por cierto que soy el siervo de Allah. Él me revelará el Libro y hará de mí un Profeta”. (Corán 19:30)

“Son incrédulos quienes dicen: Allah es el Mesías hijo de María”. (Corán 5:17)

“Son incrédulos quienes dicen: Allah es el Mesías hijo de María. El mismo Mesías dijo: ¡Oh, Hijos de Israel! Adorad a Allah, pues Él es mi Señor y el vuestro”. (Corán 5:72)

“Y cuando dijo Allah: ¡Oh, Jesús hijo de María! ¿Eres tú quien ha dicho a los hombres: Tomadnos a mí y a mi madre como divinidades en vez de Allah? Dijo: ¡Glorificado seas! No me corresponde decir algo sobre lo que no tengo derecho”. (Corán 5:116)

El Islam predica el monoteísmo puro. La base fundamental del Islam es que sólo Dios (al que se refieren los cristianos como Dios Padre) es la única deidad. El Sura 112 del Corán es muy explícito al respecto:

1.Di [¡Oh, Muhammad!]: Él es Allah, la única divinidad.

2.Allah es el Absoluto [de Quien todos necesitan, y Él no necesita de nadie]

3.No engendró ni fue engendrado.

4.No hay nada ni nadie que se asemeje a Él.

¿Qué iba a hacer? Esto era muy ajeno a mí. Desde luego, no podía traicionar a Jesús.

En términos de creencia y práctica religiosas, mi situación personal era que había dejado de ir a misa los domingos desde hacía algunos años, en gran parte debido al contenido político, no religioso, de muchos sermones dominicales. (Yo prefería las misas cortas y no obligatorias en días laborales, cuando podía concentrarme sin que nada me molestara o distrajera de sentir la cercanía de Dios, ya que no había sermones.) Sin embargo, a nivel teológico seguía siendo un católico comprometido (opuesto a los protestantes) dentro del contexto del cristianismo. Por ejemplo, dentro del marco del cristianismo, basado en mi estudio de los Evangelios, creía en las doctrinas de la transubstanciación y la sucesión apostólica. Sin embargo, tenía serias dudas respecto a la validez del cristianismo en sí mismo, específicamente en la doctrina del Pecado Original y en la necesidad subsecuente del sacrificio de sangre de Jesús, Hijo de Dios, como redentor espiritual de almas en la expiación. Ambos conceptos eran desconocidos y ajenos al judaísmo, del que se supone derivó el cristianismo. Sin embargo, la noción de Jesús como Hijo de Dios estaba tan profundamente arraigada en mí, que era muy difícil para mí tolerar ninguna otra interpretación.

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