Acciones e intenciones (parte 2 de 2): La pureza de la intención en el ámbito mundano

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Descripción: Los actos diarios se convierten en actos de adoración que son recompensados por Dios si se mantiene la intención apropiada.

  • Por M. Abdulsalam (© 2011 IslamReligion.com)
  • Publicado 20 Jun 2011
  • Última modificación 20 Jun 2011
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Pureza de la intención en el ámbito mundano

Dado que el mensaje del hadiz discutido en la parte uno es general, se entiende que una persona puede incluso ser premiada por cada acto que realice en su actividad diaria normal, en tanto su intención sea correcta y el acto no esté prohibido por la religión. La religión del Islam ha animado e incluso a veces ha impuesto modales y costumbres llegando a hacerlos obligatorios para los seres humanos, en lo referente a la vida más allá de los actos de culto. Ha legislado varios métodos respecto a la realización de actividades diarias, desde dormir hasta comer. Si una persona realiza estas diferentes actividades de acuerdo a esta legislación, será recompensada por ello.

Este aspecto de la intención permite que la vida entera de uno se convierta en un acto de adoración, en tanto que el objetivo de la vida es agradar a Dios, lo que se logra haciendo el bien y absteniéndose del mal. Una persona puede convertir sus actividades diarias en actos de adoración purificando su intención y buscando sinceramente agradar a Dios a través de esas actividades. El Mensajero de Dios, que la misericordia y las bendiciones de Dios sean con él, dijo:

“Ayudar a una persona a subir a su montura o a cargar en ella sus pertenencias, es un acto de caridad. Una buena obra es un acto de caridad. Cada paso que se da para ir a hacer las oraciones es caridad. Quitar un obstáculo del camino, es caridad”. (Sahih Al-Bujari)

Ganarse la vida también puede ser recompensado. Los Compañeros vieron a un hombre y se asombraron por su trabajo duro y su diligencia. Se lamentaron diciendo: “Si él hiciera todo ese trabajo sólo para agradar a Dios…”.

El Mensajero de Dios les contestó:

“Si él está trabajando para sostener a sus hijos pequeños, entonces es para agradar a Dios. Si está trabajando para mantener a sus padres ancianos, entonces es para agradar a Dios. Si está trabajando para mantenerse ocupado y así tener sus deseos bajo control, entonces es para agradar a Dios. Si, por otro lado, lo está haciendo para lucirse y ganar fama, entonces su trabajo es para agradar a Satanás”. (Al-Mundiri, As-Suyuti)

Uno puede ganar recompensa incluso por los actos más naturales, por supuesto si ellos se acompañan de la intención apropiada. El Mensajero de Dios dijo:

 “Cuando uno de ustedes duerme con su esposa, es un acto de caridad”. (Sahih Muslim)

Lo mismo se puede decir de comer, dormir y trabajar, así como de los rasgos del buen carácter, como la veracidad, honestidad, generosidad, valentía y humildad. Estos pueden convertirse en adoración a través de la intención sincera y la obediencia deliberada a Dios.

Para que estos actos mundanos, que de otro modo son triviales, sean merecedores de la recompensa divina, deben cumplirse las siguientes condiciones:

A.    El acto debe ser lícito en sí mismo. Si la acción es algo prohibido, su perpetrador merece castigo. El Mensajero de Dios dijo:

“Dios es puro y bueno, y Él sólo acepta lo que es puro y bueno”. (Sahih Muslim)

B.    Los dictados de la Ley Islámica deben ser observados por completo. El engaño, la opresión y la iniquidad deben ser evitados. El Mensajero de Dios dijo:

“Aquel que engaña no es de los nuestros”. (Sahih Muslim)

C.    La actividad no puede alejar a la persona de realizar sus obligaciones religiosas. Dios dice:

“¡Oh, creyentes! Que vuestros bienes y vuestros hijos no os distraigan del recuerdo de Dios…”. (Corán 63:9)

En esta exposición podemos ver la grandeza de este hadiz y cuán importante es en la formación del concepto de la aceptación de las acciones y su recompensa por parte de Dios. También vemos de este hadiz que el concepto de adoración y servicio en el Islam no está limitado a realizar ciertos actos rituales legislados, sino que abarca la vida entera del musulmán, haciéndolo un verdadero siervo de Dios.

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